La limpieza de la bestia.
Si algún día os habéis parado a pensarlo, las bicicletas y en concreto las de montaña, son de las pocas máquinas que tienen casi todos sus mecanismos al descubierto. Pocas son las piezas protegidas por un cuerpo o una tapa. La razón por la cual esto es así es clara: el peso. Todas esas protecciones están de sobra cuando se busca un peso mínimo. Incluso los en invierno, tan prácticos guardabarros han sido eliminados.
Esta característica tiene una gran desventaja, los mecanismos quedan expuestos a los agentes externos, y lo que en una bicicleta de carretera no es un gran problema pues el ambiente en que se mueven es más o menos limpio, en nuestras queridas bicicletas de montaña se convierte en una gran desventaja.
Nuestras bicis se mueven en un ambiente “sucio”, con polvo, piedras, barro, agua. Agentes que son incompatibles con cualquier mecanismo, y tras unas pocas salidas, tenemos la bici en lamentables condiciones.
Y ante este problema la única solución que tenemos es la limpieza periódica. En función del estado de los caminos deberemos limpiar nuestra bici más o menos veces. En las siguientes líneas intentaré daros mis secretillos en cuanto al tema.
¿Cuándo limpiarla?
En función del estado de los caminos deberemos hacerlo más o menos frecuentemente. Desde después de cada salida hasta una vez cada cuatro.
En principio yo limpiaría la bici cuanto antes, a ser posible al acabar la ruta. De esta forma el barro y la suciedad todavía no habrán secado y será más fácil eliminarla.
¿Cómo limpiarla?
En función de vuestras posibilidades. Lo ideal es un lugar donde dispongamos de una manguera de agua y con un cubo con agua y jabón tipo desengrasante (Fairy por ejemplo). Los que vivís en las grandes urbes, solo dispondréis de las mangueras de alta presión de los lavados de coches. O en caso de ser solteros o de haber engañado a la contraria, podéis optar por la bañera.
Mucho cuidado, el agua a presión es el mayor enemigo de todos los rodamientos de la bici. Por muy sellados que nos los hayan vendido, el agua se acaba metiendo en ellos, con el inconveniente que luego no puede salir, y acaba corroyendo las bolas y las cajas de los rodamientos, y en poco tiempo empiezan a aparecer ruidos y posteriormente holguras. Elegid preferentemente un programa a baja presión y en ningún caso acerquéis la manguera a menos de 20 cm de la bici.
Lo mejor: un cubo con agua caliente, jabón y un cepillo de pelo medio. Limpiáis de arriba abajo, primero el manillar y sus mandos, el sillín, el cuadro, la horquilla, los radios y los neumáticos, los discos de freno, y dejáis siempre para el final la cadena, platos, piñones y desviadores. Una vez acabado, enjuagáis con agua y secáis con un trapo. Con un poco de entrenamiento, la sesión no durará más de media hora.
Existen muchos productos en las tiendas especializadas para la limpieza, pero mi consejo es que uséis un desengrasante normal y corriente, ahorraréis dinero y el resultado final será el mismo. Tened mucho cuidado con los líquidos concentrados para desengrasar, vendidos en forma de spray o pulverizadores. Suelen ser muy agresivos y en particular con el aluminio. Si los utilizáis, procurad usarlos solo para la transmisión y habiendo hecho una primera prueba en alguna zona del cuadro no visible. Mucho ojo con las juntas de goma.
Para la cadena, platos y piñones existen unos cepillos de pelo duro y con formas adecuadas que vienen de maravilla par quitar la grasa acumulada. Olvidaros de esos aparatos con cepillos que se abrazan a la cadena para limpiarla, os lo digo por experiencia. En dos o tres usos se habrán roto y no acaban de limpiar del todo. Mejor un cepillo de los arriba mencionados y un poco de paciencia.
A los que poseáis frenos de disco, debéis tener mucho cuidado con no aplicar nada de grasa o aceite sobre ellos, como esto es posible que ocurra al tener alguna partícula en el cepillo de limpieza, o al enjuagar con la manguera, os recomiendo que al finalizar, limpiéis con alcohol los discos. Existen también unos spray específicos para su limpieza, de gran efectividad, yo suelo comprar en tiendas especializadas en repuestos de automóviles, en concreto uno de Wurth, que sale a 2 € el bote de 500 ml. (He visto el mismo tipo de producto, con otro nombre y formato pero en tiendas de bici a 20 € el litro). Para aplicarlo sobre el disco, mejor hacerlo a rueda desmontada, luego desmonto las pastillas, aplico un poco en el interior de la pinza con mucho cuidado de que no caiga nada sobre el cuadro y luego a le hecho a las pastillas sin miedo. Al final se enjuaga y listo.
Pensad en el medio ambiente: no os pongáis a limpiar la bici en cualquier sitio, la grasa que se desprende y los productos que utilizáis son nocivos, y es mejor que queden recogidos en un desagüe con decantador de grasas. Esa es una de las ventajas de los lavados de coches: por ley deben tenerlo.
Ya tenéis la bici limpia, y solo os queda engrasar la cadena, desviadores, y demás mecanismos con vuestro aceite o grasa favoritos, pero este apartado lo contaré en otra entrada.
La limpieza de vuestra máquina os ayudará no sólo a aumentar la vida útil de vuestros componentes, sino también a descubrir antes pequeños desgastes e incluso roturas o grietas que quedan escondidas bajo la capa de suciedad.
Otro último consejo: nunca engraséis la bici sin haberla limpiado antes, incluida la cadena. La mezcla de aceite y polvo en uno de los mejores agentes de desgaste. Es preferible no engrasar y esperar a la próxima limpieza.
Venga, manos a la obra!